Pangel Albi: Justicia igual para todos, sí, sentencias, no

2 de marzo de 2017
2 de marzo de 2017

Hace poco escribí ciertas críticas a la Justicia y un buen amigo me hizo reflexionar sobre el cambio derivado en éste país cuando ya se sentaban en el banquillo personajes intocables por su estatus empresarial y político. Y ciertamente ese cambio es palpable. Se nota más porque son demasiados casos los que se han ido destapando retratando una sociedad española de alta alcurnia fomentada a base de saquear cuentas públicas. Pero sigo afirmándome en que la justicia es para todos por igual, sí, pero las sentencias no. Y si la mayor parte de los ciudadanos se han sentido humillados y así han inundado las redes sociales de improperios, que no desatinos, por las sentencias últimas sobre la, espero que ex infanta, y su ínclito marido, es fiel reflejo de lo expresado y de sus expresiones altisonantes a pesar de. Ese dinero que les ha permitido la desvergüenza, de, no sólo el disimulo sino encima la ostentación y que ha sido dinero público. Y sin duda ha perjudicado en grado sumo al empresario honrado, al político defensor a ultranza de lo público. Por no entrar a valorar las injerencias políticas últimas en el caso conocido de Murcia.
No ha habido nunca conciencia de que políticos en activo, funcionarios, diplomáticos y demás, cobran del erario público y eso ya les obliga, primero a considerarlo en cada momento y luego demostrarle al ciudadano su gratitud con su actitud hacia él. No, ya sé, que no es de recibo meterlos a todos en el mismo saco aunque haya muchísimos sacos llenos. Pero hay en estos tiempos que ser muy comedidos y no lacerar aunque sea con palabras al ciudadano de a pie, muchos de ellos descalzos, porque entonces de rebote, seremos más comprensivos con la dinámica judicial. Me parece una desvergüenza por poner un ejemplo, digna de censura, que Aznar proclame a los cuatro vientos que debemos jubilarnos a los 70 y que el sistema de pensiones no es sostenible. Lo cual dicho por un “jubilado” a los 50 años como él y con un salario vitalicio es cuanto menos reprobable públicamente por quien corresponda.
En fin ¿qué quiero decir con esta perorata?. Pues que la política nunca ha sido mayormente de servicio público y la justicia presa de sus redes quedando así en entredicho.