Adolfo Pérez: «Los bulos de internet»

31 de enero de 2017
31 de enero de 2017

Se trata de un fenómeno que aunque no es nuevo sí que está cobrando especial presencia en los tiempos que corren. En realidad son dos conceptos unidos en uno, por un lado, el fenómeno de los bulos y por otro el de las cadenas de mensajes. Fenómeno que empezó a popularizarse con la llegada del email (todos conocemos al príncipe nigeriano que te pide una transferencia para su campaña y que promete hacerte rico) y que ahora prevalece gracias a la mensajería instantánea del móvil como whatsapp y redes sociales como facebook. Sin ir más lejos hace poco en Denia circuló uno sobre la cancelación de los colegios. Ni aquí nos libramos. Y es que las nuevas tecnologías tienen eso, que nos unen a todos…
Y somos todos cómplices, padres, hijos, jóvenes, mayores, todo el mundo tiene ese amigo que a lo único que se dedica es a pasar mensajes en cadena. Y no deja de ser irónico, personas que hace unos años no se atrevían ni a usar su tarjeta de crédito en internet porque lo veían como algo alienígena, ahora se enorgullecen de enviar a todos sus contactos que la mafia ha inyectado sangre con sida en las naranjas de la huerta valenciana…
Pero ¿Qué nos lleva a compartir un bulo? ¿Por qué la gente sigue haciéndolo y creyéndolo? Vamos a intentar entenderlo.
Para empezar, el tono catastrofista de la mayoría de estos mensajes en cadena. Un mensaje que te advierte de que consumir ciertas marcas producen cáncer o que cierta multinacional nos engaña. Al leer estos mensajes nuestro cerebro piensa, peligro. Y claro, nosotros rápidamente escribimos a nuestros amigos no sea que les vayan a vaciar la cuenta del banco por pinchar un enlace de whatsapp y nosotros no les hayamos avisando.
Total, no cuesta nada. ¿Cuánto tardas en reenviar ese mensaje de WhatsApp que te ha alertado? ¿Y en compartir algo en Facebook? Y si lo ponemos en una balanza con evitar que se rompan todos los aparatos electrónicos de nuestra casa por culpa de una tormenta solar, ¿qué vale más? claro, Por si acaso…
Hay pocas cosas más personales que la información que guardamos en nuestros teléfonos. Las noticias (o cadenas o mensajes) que nos llegan a través de WhatsApp y redes sociales no vienen, generalmente, de medios de comunicación o desconocidos, sino que nos las envía nuestro entorno: amigos, compañeros de trabajo, familia… Eso nos hace estar menos alerta a la hora de identificar bulos y mentiras. Como confiamos en la persona que nos los envía, es más difícil que pongamos en duda lo que nos manda. O al revé, claro.
Y es que, como dijo Miguel de Cervantes en 1581, el que haya un texto con una cita sobre la foto de alguien en internet no demuestra que esa persona haya dicho nada. Así que ya sabéis, no os creáis todo lo que os envían o escucháis…