Pangel Albi: «Manipulad que algo queda»

8 de octubre de 2017
8 de octubre de 2017

No sé, la verdad, y les doy mucho mérito por ello, nos dejamos manipular tan fácilmente por la política y los políticos que tenemos. O son muy listos o nosotros somos muy tontos y bastante borreguiles. Tanto a un lado del muro como en el otro. La gran manifestación de Barcelona contra la independencia ha sido un logro de los movimientos ciudadanos a través de las redes sociales y enseguida los partido se apuntan el tanto y ale, a encabezar la manifetación, a acaparar cámaras y micrófonos. Este era un tanto marcado por la ciudadanía y así hay que reconocerlo. Sí ya sé que la militancia les adora y no ve mucho más allá de sus símbolos y proclamas. Al final, con ese asomo de cabeza y palabrería acaban quitando protagonismo a los sentimientos. Sin embargo hay que valorar lo que ha ocurrido estos días desde la perspectiva de la calle. Porque esta manifestación ha sido realmente muy importante en número pero la independentista lo fue igualmente. Ese empate significa que los manipuladores dentro del muro han acabando fracturando a la sociedad catalana. Han salido de inmediato a calificar burdamente la participación como fruto del desplazamiento desde fuera del muro. A ver señores Puigdemon y compañía. Aprendan a contar. 100 autobuses por 60 personas son 6000 personas. ¿Había mucha más gente, verdad?. Sr. Rajoy y compañía, lo que reclama el pueblo con sentido común es que las amenazas al mismo tiempo que una espera inusitada, han ayudado bien poco,vamos, que nada de nada. Sr. Felipe González, usted ya no es Presidente del Gobierno. Sigue viviendo del rédito de los ciudadanos. No venga a malmeter ni a dar lecciones sobre como emplear la mano dura articulada en la Constitución que pide a gritos una reforma. Mire usted, somos muchos los que nos ilusionamos con Europa. Vivie lejos de los nacionalismos, sobre todo arcaicos y pueblerinos. Y que ahora con la gestión política de la Unión nos hemos desencantado. Ya está bien de cháchara manipuladora. Yo quiero vivir en paz. Mi libertad termina donde empieza la de los demás. Si uno es forofo de su bandera y otro no lo es pues allá cada uno con su sentimiento y creencia. No nos castiguen por ello. No nos den tanto la tabarra y
hagan una política racional propia de los nuevos tiempos. Y háganla sin ser legión, que sobran tantos aprovechados como hay. Y los otros preclaros de dentro del muro, que vean con realismo que la convivencia que han roto con sus burdas y chabacanas maniobras y la realidad de lo que significa una independencia y cómo y cuando se cosntruye, les debe bastar para dar un paso atrás y marcharse a sus casa a dar el tostón a la pared.