Ya con ese nombre me trae consideraciones nada positivas. La Vía. Como el tren nombre maldito para nuestra esperanza.
Este viernes volvió a demostrarse. No entiendo como una ciudad como Dénia, turística cien por cien, con un sello otorgado por la Unesco. Ya salimos en los telediarios, bueno, en el tiempo, pero ahí estamos, a la vista de todo el país, etc y mucho más eteces, nos podemos permitir tener un auténtico bulevar totalmente abandonado a su suerte. Decía que este viernes volvió a demostrarse con el Sopar de Germanor. A no ser que el concepto arquitectónico apueste por una calle en penumbra para hacerla más interesante. Pero no. Llega un momento en que no sirve las entregas o no de las obras a los ayuntamientos. No sirve que fulano de tal, posea el 90 por ciento de los locales vacíos por ser inalcanzables a los bolsillos de cualquier emprendedor. Y lo más triste, es que los barecitos que le han echado coraje y han abierto sus puertas, ofrecidos sus “cubos” a precios tirados, se llenan en medio de ese panorama desolador que iluminan más los vehículos a cientos que cada día se saltan la prohibición de circular. ¿Y qué?. Si la calle está ahí muerta de tristeza. Seguramente los pocos vecinos que la habitan la prefieren así. Más tranquila, más desierta. Pero no es de recibo. Con una ordenanza que limite el ruido, que se atreva a delimitar qué tipo de negocio (como los de ahora) le va a esta arteria céntrica y amplia como ninguna, otra cara le daría a una ciudad que sólo vive en Marqués de Campo. Y digo yo que resortes y caminos, habrá para darle vida.