Pocos huecos nos dejan para comentar noticias que afecten a personas de cierto nivel. Y cuando digo nivel cito el que ellos mismo se otorgan. La Infanta (todavía Infanta limón), la que odia este país y se quiere marchar. Sí, ese del que ha vivido a cuerpo de infanta, lo ha ocupado todo. Abusona.
Sin embargo desde ese nivel al que me refiero, partidos convencionales incluidos, se nos recomienda, aceptar las sentencias judiciales y se solazan en los veredictos como emanados de la justicia divina. Que uno sepa, no se han solazado con la que condena a un hombre por utilizar una tarjeta ajena y sacar 47 euros (6 años). No es nadie, claro. Entonces, ¿cómo nos pedís que creamos en la llamada justicia para todos?. ¿No creéis que ya está bien de insultar a nuestra inteligencia?.
En el caso de la política menor, digo con esto, existen esos casos que no enervan en grado sumo. Por ejemplo el último acaecido en Dénia. Consellería ha levantado el veto que un técnico impuso al Club Náutico de Dénia paralizando las obras de remodelación. Tenía la razón su Presidente Jaime Portolés. Y además que no creo haya persona alguna que denuncie por prevaricación a un técnico de la Generalitat sin sostén ni razón para ello. Y así ha sido, todos los documentos presentados como marca la ley eran correctos. Pero un técnico todopoderoso paraliza por su cuenta las obras. Y ahora ¿qué?. Imaginemos que el asunto era de gravedad y del que dependía quizá un perjuicio mayor. Rasero. Por tanto no nos obliguéis a que creamos a pieis juntillas en esa justicia representada por un ángel alado, de ojos vendados y balanza en ristre. La justicia la imparte un hombre o una mujer con sus creencias, sentimientos, criterios y tentaciones. En el peor de los casos y en el escalafón superior, encima, designados por los políticos.